• Aún en la actualidad, cinco siglos más tarde de que fuese escrito, todavía impresiona la honrada confesión con la que Juan Álvarez Gato cerraba su cancionero particular, rematando los folios en los que había recopilado todo su acervo lírico con una singular confidencia poética. A través de ella, el hombre maduro y el poeta veterano renegaba de aquel tierno galán, de aquel mancebo trovador que un día fue. En resumidas cuentas, la rúbrica demostraba lo mucho que se arrepentía de algunas de las obras escritas durante el período tan febril y voluble de la juventud:

    “Porque comiença este libro en coplas viçiosas d’amores, pecadoras y llenas de moçedades, y prosiguiendo habla en cosas de razón y, al cabo, espirituales, provechosas y contenplativas, hizo el que le escrivió esta copla:

    Este libro va a meitades
    hecho de lodo y de oro:
    la meitad es de verdades,
    la otra, de vanidades,
    porque yo, mezquino, lloro,
    que quando era moço potro,
    sin tener seso ninguno,
    el cuerpo quiso lo uno
    y agora el alma lo otro.” (ID 3171, MH2-106, fol. 138v)