• Aunque fuese únicamente por haber albergado en su seno los primeros
    pasos de Juan Luis Vives, viventem perpetuo en la alabanza de Decio (citado
    por Rico, El sueño del humanismo 182), el Reino de Valencia merecería un
    lugar de primer orden no sólo en la historia del humanismo hispano, sino
    en la del europeo. En términos socioculturales, estaríamos engañándonos si
    considerásemos al gran maestro valenciano, íntimo amigo de Erasmo y de
    amplísima influencia posterior, como una figura de surgimiento espontáneo
    en el entorno geográfico y cultural que lo vio nacer. Quizá no Vives como ser
    humano –cuyas andanzas, bien es cierto, se alejan del Levante peninsular–
    pero sí el Vives humanista, erudito y literato, aparece como una figurada, si
    bien extraordinaria, equivalencia en el ámbito de los studia humanitatis del
    esplendor vivido por el Reino de Valencia en los años que hacen imaginaria
    bisagra entre el Cuatrocientos y el Quinientos.1