• Nuestro consumo de narraciones, imágenes, singularidades y diferencias está conformada en lo que podríamos denominar la cultura del evento. En consecuencia, las implicaciones sociopolíticas de la cultura letrada entrañan tensiones: por un lado, se relaciona con elementos emancipadores y por otro, con elementos de opresión. Precisamente, la cultura escrita dominante es un medio de control social, es decir, un mecanismo sofisticado “para transformar a las personas en buenos ciudadanos, trabajadores productivos” (Oslon, 1998, p. 29). En el intento de dilucidar dichas tensiones será necesario cambiar el foco y ampliar las perspectivas anquilosadas sobre modos de escribir y leer; considerar que existe una pluralidad de culturas letradas, de contextos sociales y formatos donde esta se produce más allá del artefacto libro.