• Tras el análisis de las tres novelas que Carlos Gardini publica en este siglo, se observa que la característica formal más notable es una trama concebida para conducir a un instante de revelación plena sobre el mundo, re-conocido ahora en un momento de luminosa anagnórisis. Esta anagnórisis consiste en la comprensión por parte de un protagonista-narrador (o focalizador de la acción) de que el mundo en que los personajes han estado viviendo hasta entonces es un mundo artificial creado y articulado de acuerdo a una serie de procesos que, tras varias revelaciones parciales e insuficientes, se despliegan en toda sus implicaciones en un último instante de revelación completa. Esta revelación, por otra parte, no es inocua: el momento de anagnórisis representa una interpelación al sujeto protagonista para que pase a la acción positiva, pero también es una interpelación a los lectores para que pasen a entender todo lo leído hasta entonces como una alegoría de la condición argentina del cambio de milenio. Se trata, pues, de una doble invitación a actuar, tanto política como hermenéuticamente, tanto en el campo material de la sociedad como en el campo simbólico de la lectura. En un caso, el de los personajes, el comprender que la realidad asumida como “real” hasta entonces no es tal conlleva entender que hay que actuar de forma muy diferente. En el otro, el de los lectores, el esfuerzo interpretativo que realmente se les exige es pasar a asumir que las totalidades autónomas sobre las que han leído, es decir, los mundos asombrosos de CF de estas novelas, han sido construidas de forma consciente por el autor como un comentario abiertamente alegórico sobre el momento histórico contemporáneo.